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martes, 25 de marzo de 2014

Experiencia Solidaria en Nicaragua



Alberto Blitz es uno de esos alumnos a los que coges cariño casi inmediatamente. Siempre amable, educado, considerado. Lo que sobresale en él es su humanidad, su preocupación por el prójimo y el echo de ser afable y buena persona, con todos y por encima de todo. Tuvimos una conexión especial durante sus años de estudiante en Chamberí, lo que derivó en una amistad que estoy segura durará siempre, aunque ahora coincidamos menos de lo que nos gustaría.

Con el tiempo también conocí a su hermano y a sus padres. Un ejemplo real de lo importante que es la familia y lo que se vive en ella.

Alberto acabó el colegio en el año 2006, estudió Odontología, y como podéis leer a continuación,  en la carta que me ha enviado, vivió una interesante experiencia colaborando durante un verano con la ONG "Dentistas sin fronteras"




Querida Carmen:

Hace unos días me reencontré con unos amigos que conocí en 2011, y me acordé de que tengo pendiente escribirte mi experiencia con ellos en Nicaragua como odontólogo voluntario ese verano.

En enero de 2011, cuando cursaba 5º de Odontología, un profesor que formaba parte de la ONG "Dentistas Sin Fronteras" llevo unas revistas de la organización a la clínica universitaria para que las leyésemos. Según las vimos, mis 3 mejores amigos y yo lo tuvimos claro: ese verano nuestro “viaje de fin de carrera” no iba a ser en un hotel 5 estrellas con todo incluido, sino ayudando a quienes lo necesitan, así que casi sin pensarlo 2 veces nos apuntamos.

Tras varias reuniones, papeleos, vacunaciones y compra de material, el 22 de julio nos juntamos en Barajas el grupo de casi 30 jóvenes con la camiseta de la ONG para emprender más de 12 horas de viaje Madrid-Miami-Managua (salimos a las 13:30 de España y llegamos a las 19:00 de Nicaragua), tiempo en el que nos conocimos todos los que íbamos e hicimos piña.

La sede durante el mes que estuvimos en Nicaragua la tuvimos en la ciudad de Granada en el parque de bomberos de "Bomberos Unidos Sin Fronteras (BUSF)". Trabajamos en 2 grupos diferentes, y cada semana hacíamos brigadas a un pueblo de diferentes zonas del país, de forma que nos llevábamos cada semana la ropa y material necesario para esos días y el resto lo dejábamos en BUSF. Los fines de semana eran de descanso y nos juntábamos los 2 grupos para conocer más el país: su historia, su gente, sus playas, volcanes, lagos…

La primera semana fuimos a Matagalpa, una zona montañosa en el centro del país, trabajando en una especie de cobertizo que nos cedió el patrón de los cafetales.
Camino a una brigada
La segunda semana fuimos, tras más de 13 horas de viaje, a Kukra-Hill, una de las zonas más pobres del país, en la zona atlántica (en Nicaragua la zona más “rica” y cuidada por el Gobierno es la zona del Pacífico, Oeste, y la zona más pobre y menos cuidada la del Atlántico, Este), trabajando en el hospital de la zona.
La tercera semana fuimos a Nindirí, un pueblito a medio camino entre Managua y Granada, y trabajamos en lo que era una antigua iglesia con la ayuda de una brigada de bomberos voluntarios que nos acogieron con ellos.
La cuarta y última semana hicimos varias brigadas. La primera a un colegio de niños huérfanos en la capital, Managua, dirigido por una voluntaria española. El segundo día lo pasamos en un colegio de Granada, y el resto de la semana atendimos a toda la gente de Granada trabajando en la sede de BUSF.

Nuestro principal objetivo, además del tratamiento de los problemas bucodentales de la gente, era la prevención, y por eso nos centrábamos mucho en los niños. En todas las brigadas íbamos siempre una mañana al colegio de la ciudad donde estábamos, hacíamos una pequeña obra de teatro explicando la importancia de cepillarse los dientes y cómo hay que hacerlo, les repartíamos cepillos y pastas de dientes, hacíamos fluorizaciones y les revisábamos sus bocas.

En el colegio

La rutina diaria era amanecer a las 5:30 para empezar a las 7:00 (a las 6 ya había un Sol espléndido) con parón de 14:00 a 15:00 para comer y seguir hasta que terminásemos con la gente que esperase su turno. La forma de trabajo era en cadena. Nos dividíamos en 5 grupos en el mismo orden que seguían los pacientes: 1.Diagnóstico (el coordinador del grupo con un voluntario apuntaban en un papel el diagnóstico de cada persona), 2.Anestesia, 3.Apertura (un voluntario eliminaba las caries preparando las cavidades para empastar mientras el otro irrigaba con una jeringa con agua), 4.Sellado (empastar las cavidades. El paciente se sentaba en una silla y se tumbaba en nuestras piernas) y 5.Extracciones. Además había una compañera que se encargaba de la esterilización del material y de algunas limpiezas.



Anestesia
Eliminando caries

Empastando



Anécdotas y curiosidades durante ese mes hay varias.

- El medio de transporte típico de allí son los autobuses escolares estadounidenses amarillos, decorados por los propietarios con muchas pegatinas y colores.

- Tras hacer extracciones dentales la gente se tapaba la cara con un pañuelo ya que creían que por los agujeros donde estaban los dientes se podían meter algún tipo de bicho que les podía llegar al cerebro y matarles.

- En la brigada en Kukra Hill, tuvimos que dar turnos y limitar el número de pacientes cada día ya que las colas eran interminables. El último día cuando repartimos los últimos turnos la gente literalmente se pegaba por tener uno.

- La comida típica de allí es el Gallopinto, un plato que tiene arroz, plátano frito, frijoles (una especia de alubias) y carne. La bebida típica es la Toña, una marca de cerveza muy conocida allí, pero que no estaba muy allá, además del ron Flor de Caña, muy dulzón.

- Aprendimos a llamar las cosas como ellos: Empaste lo llaman ‘calza’, extracción la llaman ‘sacadura’, a las prótesis las llaman ‘chapas’, a las medicinas las llaman ‘vitaminas’… Pero sobre todo teníamos que tener cuidado a la hora de explicar qué son las caries, ya que no podíamos utilizar la palabra ‘bicho’ para explicar la acción de las bacterias, ya que allí llaman ‘bicho’ a la vagina (lo descubrimos en el primer colegio al que fuimos tras la carcajada general de los niños).

- Cuando decíamos que éramos de Madrid se pensaban que los chicos jugábamos en el Real Madrid (son muy seguidores de Madrid y Barça)

- Nicaragua es un país de contrastes sociales muy fuertes. La enorme diferencia Este-Oeste, ver sobre todo en la capital mansiones y casas de mucho lujo de los ‘jefazos’ del país y en la acera de enfrente chabolas y gente durmiendo en la calle. Eran situaciones que nos llenaba de rabia, ver como en 2 metros de distancia podía vivir gente con tantísimo y gente sin apenas recursos.

- El agradecimiento y cariño que nos daba la gente es indescriptible. Éramos, como nos llamaban, los “amigos españoles”, y de lo poquito que tenían venían y te ofrecían. Especial era el cariño de los niños, que nos seguían, nos preguntaban, querían jugar con nosotros… nos miraban entre sorprendidos, asustados y admirados. Recuerdo perfectamente una anciana en la brigada de Nindirí que cuando estábamos montando el lugar de trabajo el primer día se me acercó llorando, me abrazó y me dijo “Dios les bendiga, amigos españoles. Dios bendiga a los dentistas españoles. Qué falta nos hacen acá. Gracias, gracias, gracias. Dios les bendiga”.
Felicidades Alberto!!!

- Celebré mi cumpleaños allá, y me prepararon una tarta y una pequeña fiesta tanto mis compañeros como la gente del sitio donde estábamos. Estábamos en una especie de hostal en Kukra Hill, y la dueña, Maggy, me regaló un pañuelo con la inicial de mi nombre bordado entre lágrimas de emoción. Invité a mis compañeros, a Maggy y a sus hijos a unas Toñas y a los pequeños a unos refrescos en una especie de discoteca que había en la ciudad.


Sin duda este ha sido el mejor verano de mi vida. La experiencia del voluntariado te da mucho más de lo que podrías esperar al principio, te llena, te hace ver la vida de otra forma, te da una lección de valores, de principios, te hace ver que la gente te está agradecida no sólo por curarles las caries o sacarles las muelas enfermas, sino por ese rato que juegas con los niños, que hablas o mejor dicho escuchas a los ancianos, bailas con las mujeres o hablas de Messi y Cristiano Ronaldo con los hombres… Además conoces un grupo de gente increíble que también se mueven por este tipo de acciones solidarias y con quienes afortunadamente mantengo el contacto. Aprendes a vivir sin móvil, internet, televisión, sin comodidades como saber si vas a tener agua caliente ese día para ducharte y acabar entre risas refrescándote con una manguera, aprendes a compartir y a dar lo poquito que puedes tener en esas circunstancias, a apreciar un paisaje, el silencio y la tranquilidad de la naturaleza… y que se puede ser feliz con muy poco.


La anciana de Nindirí daba gracias a Dios por haberles mandado a los amigos españoles, pero sin duda soy yo el que tengo que dar gracias por esa experiencia, en la que sin duda alguna uno acaba recibiendo y aprendiendo mucho más de lo que puede ayudar o dar a la gente de allá, y se aprenden cosas que no se enseñan en las escuelas o en las universidades, y eso es lo enriquecedor de este tipo de experiencias, y eso es a fin de cuentas lo importante en la vida, aquello que te enriquece por dentro.


Un saludo
Alberto Blitz Castro
Promoción 2006 del Colegio Chamberí
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