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viernes, 4 de enero de 2013

LOMCE

A vueltas con la educación!!

Ahora que el ministro Wert propone un cambio en la ley de educación mediante el anteproyecto de ley orgánica para la mejora de la calidad educativa (LOMCE), y que gran cantidad de colectivos se han lanzado a oponerse a ella, organizando plataformas en su contra, quiero exponer mi opinión después de 25 años de trayectoria educativa durante los cuales en España ha habido 6 leyes orgánicas de educación. Por supuesto que esta opinión es absolutamente independiente de la política ya que creo que la educación debería estar, siempre, por encima de los intereses políticos. Me parece una irresponsabilidad por parte de todos los partidos que utilicen un tema tan importante en su propio interés electoral. Es una lucha en la que los perjudicados siempre son los mismos: nuestros hijos, nuestros alumnos.  Tampoco voy a entrar en el tema económico que, sin duda, va asociado a la promulgación de las distintas leyes y/o de sus modificaciones.

Únicamente quiero reflejar el cambio que he observado en el talante de los alumnos de la ESO a través de los años, y las causas que yo creo que han producido dicho cambio. Es evidente, y ya nadie lo duda, que en general los alumnos actuales tienen menos interés en los estudios, son menos organizados, menos trabajadores, menos constantes, menos tenaces...su disposición no corresponde, desde luego, a lo que debería entenderse por la palabra "estudiante".

Por supuesto que esto no ocurre con todos los alumnos, aunque sí con una gran mayoría.

Algunos ex-alumnos que actualmente tienen hijos en edad escolar, me preguntan "¿de verdad que ahora los chicos son tan malos estudiantes como se dice?? por lo que se oye, debe ser un desastre!!" Y mi respuesta es: "no, no son un desastre. Hay chicos bueniiiiisimos, como siempre, que estudian, tienen interés y se esfuerzan; pero lo que si es verdad es que son minoría. Lo que ha cambiado es la proporción de alumnos que pertenecen a cada uno de los distintos niveles que siempre hay en un aula. Hace 25 o 30 años, pongamos, si en un aula había 30 alumnos teníamos 2 o 3 que suspendían varias asignaturas; otros 2 o 3 que suspendían una asignatura; unos 7 u 8 que se movían entre el 5 y el 6; unos 10 o 12 que estaban en el notable y entre 6 y 7 que estaban en el sobresaliente. Ahora esta proporción ha cambiado: hay 6 o 7 alumnos que suspenden varias asignaturas; 10 o 12 que suspenden 1; 4 o 5 que aprueban con un 5; otros 4 o 5 que sacan notable y 2 o 3 que tienen sobresaliente. Resumiendo si antes de cada 30 alumnos había unos 4 alumnos "malos"; 18 "intermedios" y 8 "buenos", ahora hay 15 "malos", 12 "intermedios" y 3 "buenos".



A mi entender esto ha sido debido a una serie de decisiones políticas plasmadas en las leyes de educación, que han transformado las aulas. Éstas han pasado de ser un lugar de estudio, enseñanza, educación y formación donde los alumnos tenían interés por aprender y sentían consideración y respeto por el profesor, a quien veían como su motor de aprendizaje,  a ser un lugar donde estos principios han quedado relegados en aras de conseguir que los alumnos aprendan un poco, lo suficiente para poder pasar de curso, con el mínimo esfuerzo y de la manera más entretenida posible, donde el profesor habitualmente es cuestionado por sus alumnos en las distintas facetas de su actividad: en su forma de impartir la clase, en su método de calificación, en su trato...


Opino que las clases deben ser amenas y atrayentes; un buen profesor debe saber despertar el interés por su asignatura, abrir una ventana por donde los alumnos quieran mirar, pero no hay que olvidar que el protagonista del aprendizaje es el alumno, que todo aprendizaje requiere un esfuerzo, que el profesor debe ser considerado el guía en el camino del conocimiento y que nadie aprende si no tiene su voluntad puesta en ello.


Así, creo que los contenidos en la ESO son los adecuados en la mayoría de las asignaturas y niveles, pero  ha sido un grave error hacer una enseñanza obligatoria hasta los 15-16 años con un diseño cuyo objetivo se centraba en que no hubiera fracaso ni abandono escolar. La forma de conseguirlo, sobre el papel, resultaba evidente, aplicar un método de evaluación fácilmente alcanzable para todos los alumnos: disminuir los contenidos a un nivel "mínimo" para conseguir superar una asignatura; proyectar la elaboración de curriculos "a la medida" para aquellos que no consiguieran ni siquiera llegar a los mínimos; permitir que los alumnos "promocionaran" es decir, pasaran al curso siguiente aunque tuvieran varias asignaturas suspensas, no solo del curso anterior, sino de varios cursos anteriores; y, por último, si a pesar de todas estas facilidades anteriores un alumno llega a una edad determinada y no ha conseguido los objetivos establecidos, es PIL, lo que quiere decir que pasa de curso por imperativo legal, vamos, que se le pasa de curso por edad, simplemente.

En la misma línea, se puede pasar de la ESO al Bachiller con dos asignaturas suspensas, asignaturas que por supuesto, son "perdonadas" y el alumno no tiene que examinarse de ellas nunca más. Así se puede dar el caso de que un alumno en 4º de la ESO, con 18 años y la Biología suspensa puede estar el año siguiente en 1º de Bachiller opción Biosanitaria porque quiere estudiar....pongamos, Medicina.

Con todas estas posibilidades de superar una asignatura sin trabajo, ¿cuántos alumnos de entre 12 y 16 años van a esforzarse en estudiar y aprender?? ¿Cuál es el sentido, para ellos, de dedicar tiempo al estudio si van a conseguir lo mismo que si no lo hacen?? ¿alguien piensa que los chicos de esa edad tienen la capacidad de valorar en su medida la importancia de una buena preparación?? para ellos "ser mayores y tener que ganarse la vida" está a años luz de su vida actual, y además piensan que cuando lleguen ahí...ya verán como se las arreglan, todo será mas fácil...

Bajando al día a día en un aula con chicos de esas edades, podría contar muchos ejemplos que avalan lo dicho anteriormente, y que reflejan las actitudes que estas desastrosas leyes han imbuido en nuestros alumnos.

En muchas ocasiones hago "encuestas" en mi clase para saber cuántos alumnos van estudiando a lo largo de la evaluación, y así constato que la triste realidad es que este número oscila entre 4-6 de cada 30, es decir, no llega a un 20%.

La actitud que tienen ante los resultados obtenidos en las pruebas casi siempre constatan su propia benevolencia y  falta de exigencia. Habitualmente me encuentro alumnos que ante un suspenso (aunque sea el primero del curso) deciden abandonar la asignatura porque..."¿para qué seguir si.....?" en lugar de "bufff, lo he hecho mal...al próximo voy a sacar un notable!!"; o alumnos que en el mismo caso también abandonan y cuando les preguntas por qué, te contestan "porque estudié muchiiiiiisimo y he suspendido" y cuando insistes ¿cuanto es muchiiiiiisimo?" te contestan..."pues...por lo menos, llevo dos dias!!!!" (muchiiiiisimo, dos dias??? lo que además significa, 1 hora cada día); o algunos que tienen un 2 en un examen y cuándo se lo enseñas con el propósito de que aprendan a hacerlo mejor en el siguiente:
1) te cuestionan que una pregunta la hayas valorado con un 0,50 en lugar de con un 0,75 que es la puntuación que ellos consideran que deben tener (tienen mejor criterio que el profesor para valorar una pregunta aunque su puntuación sea de un 2!!); o
2) sacan la calculadora para ver si te has equivocado al sumar; o
3) te dicen que es que en Biología las fórmulas no importan (aunque en clase reiteradamente has explicado la formulación de biomoléculas) y tu has osado pedirles la de la glucosa en un examen!!!! (por lo tanto la culpa de su suspenso es tuya); o
4) te indican de modo amenazante que su madre no está de acuerdo con la nota y dice que se merecía mejor puntuación (madre que es abogado, y ni siquiera ha visto el examen)...

Creo necesario, y es nuestro trabajo, ayudar a los chicos que tienen dificultades (de cualquier tipo) en el estudio, pero la verdad es que la gran mayoría de alumnos que van pasando bajo este  método de evaluación realmente no tienen falta de capacidad. Podrían superar los objetivos propuestos con apoyo, comprensión, esfuerzo, organización, persistencia y razonamiento. Sin embargo, eso es más trabajoso, laborioso, tedioso y lleva mas tiempo a sus "mayores", padres y profesores, que aplicar un método de evaluación diseñado "a la medida" del esfuerzo (o no) que quiera realizar cada alumno.

En resumen, creo que no era muy difícil predecir que este contexto derivaría en una gran falta de estudio y trabajo, y en consecuencia, de orden y disciplina en las aulas. Actualmente hay un 26% de abandono escolar frente al 13% de media en los países europeos.

Recuerdo que llevaba yo tres años de profesora cuando apareció la LOGSE (1990), la primera ley que nos llevaría por este camino, y una de tantas que se fueron sucediendo en la misma línea, reforma tras reforma. Vino un enviado del Ministerio de Educación al colegio para explicarnos las peculiaridades que acabo de exponer, y algunas otras. Yo, allí sentada como nueva profesora, me esforzaba en entender en qué consistía  el proyecto educativo. Pero cada vez que aquél hombre hablaba más, se me hacía evidente que todo lo que decía iba en contra de lo que a mi me habían enseñado y que yo había experimentado en mis años de estudiante de bachiller, de licenciatura y de doctorado; y que era lo único que yo sabía que podía aportar el bagaje necesario para conseguir unos conocimientos sólidos. El trabajo personal, el esfuerzo, la exigencia y la disciplina estaban fuera de aquél discurso... así que pregunté tímidamente a aquél hombre sabio que venía del Ministerio (y ahora temo que nunca hubiera dado una clase) que cómo íbamos a transmitir a los chicos entonces el afán de razonar, de aprender, de sentirse orgullosos de sus logros y de querer superarse para conseguir los objetivos que se propusieran en la vida... aquél hombre me contestó textualmente "señorita, usted no entiende el espíritu de la ley"....

Y efectivamente, no lo entendí, ni entonces, ni en los 20 años siguientes, en los que, de la mejor manera que he podido, no sin vivir algún caso especialmente difícil por querer mantenerme consecuente con mis ideas sobre la educación y el aprendizaje, he tratado de inculcar en mis alumnos el espíritu de "estudiantes", de trabajadores del estudio, que es lo que deben ser, con el esfuerzo, la constancia, el razonamiento y la organización que finalmente les aportará el conocimiento y la seguridad en si mismos, único bagaje que les permitirá alcanzar aquello que se propongan conseguir.

Entonces creí, y sigo creyendo, que hacer adolescentes "blanditos" a quienes hay que darles las cosas a su medida, no vaya a ser que un esfuerzo les rompa, es engañarles. En la vida nadie nos va poniendo por delante un camino llano y sencillo para que podamos andarlo plácidamente, sin obstáculos ni dificultades que superar. Y nosotros, los profesores y los padres, si realmente ejercemos de tales, debemos educar a los chicos, lo que significa enseñarles a pensar y a superarse, aportarles una base sólida,  y unas alas suficientemente amplias y expertas para que tengan éxito en su andadura por la vida REAL. Hemos de ser exigentes, con mucho cariño, pero exigentes,  para que ellos sean fuertes.

Este ha sido el problema de la educación: la actitud que ha creado en los alumnos la falta de exigencia académica, unido al progresivo desprestigio social del profesorado. Estas leyes han sido el caldo de cultivo idóneo para que los chicos que no tienen unos padres o unos profesores que se quieran tomar el trabajo de enseñarles la verdad de lo que se encontrarán en el futuro, se crean que para salir adelante solo tienen que estar ahí sentados y aprender a quejarse o a protestar.
Desconozco como será finalmente la ley Wert, habrá que esperar a su aplicación, que es cuando realmente vamos a ver como funciona; pero tengo que decir que, leyendo el anteproyecto de ley, he tenido la esperanza de que cambien algunos de los puntos que acabo de exponer y que quizá, se empiece a modificar el camino que ha llevado la educación en España durante los últimos años.

En este sentido, transcribo aquellos enunciados con los que estoy completamente de acuerdo:
 - Es necesaria una reforma educativa que huya de los debates ideológicos que han dificultado el avance en los últimos años
 - La reforma se propone hacer frente a los malos resultados obtenidos en las evaluaciones periódicas de los organismos europeos e internacionales
 - El objetivo es mejorar la calidad educativa, que debe medirse en relación al resultado de los estudiantes
 - La educación es un bien público de primera importancia y una fuente de ventajas materiales y simbólicas para los individuos, ventajas tanto mayores cuánto mas avance cada uno en ese proceso y mejores resultados obtenga en él.

Y aquellas acciones que se proponen y creo que van a derivar en la mejora del nivel académico:
- Implantar pruebas de evaluación a nivel nacional en puntos críticos de cada etapa educativa.
- Posibilidad de cursar 4º de la ESO en dos opciones: para iniciación de bachiller y para iniciación de formación profesional.
- Realizar una evaluación por la opción elegida al finalizar 4º de la ESO. Los criterios y las características de esta evaluación serán fijados por el gobierno.
- Poder pasar de curso solo con dos materias pendientes.
- Estar en posesión del Título de Enseñanza Secundaria Obligatoria para poder cursar el Bachillerato. Para obtener el título de graduado en la ESO es necesario superar la evaluación final. La calificación final corresponderá a la media ponderada entre 70% de la nota obtenida en el centro y el 30% de la obtenida en la evaluación nacional.
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