Actualmente la vacuna destinada a
la curación del Alzheimer sigue en desarrollo. La puerta que abrió el camino
hacia ésta fue descubierta por la empresa Araclon Biotech, una compañía biotecnológica zaragozana fundada
por Manuel Sarasa, el investigador de la vacuna.
Sarasa, en lugar de investigar en ratones transgénicos que habían sido modificados y envejecidos genéticamente para simular la demencia (había que manipularlos ya que el ratón no la desarrolla), cosa que realizaban la mayoría de investigadores, empezó en cambio por embriones. Quiso saber cuál era el papel de las proteínas beta-amiloide (principales causantes de la enfermedad) al inicio de la vida, cómo se producían, en vez de analizarlas en la vejez. De manera que utilizó embriones, concretamente huevos de pollo, lo que fue realmente útil ya que descubrió que el gen clave para el desarrollo del alzhéimer también lo tiene el pollo, cosa que no ocurre en los ratones. A partir de ahí investigó hasta que en el año 2000 dio con la llave para crear la vacuna: describieron la presencia de la proteína beta-amiloide en sangre y vieron que era un marcador biológico de las etapas iniciales de la enfermedad. Es decir, descubrió que controlar los niveles de la proteína en la sangre podría evitar el exceso de producción de la misma y su depósito en la corteza cerebral.
A partir de este momento, con un análisis de sangre se puede determinar las probabilidades de tener alzhéimer de un individuoAntes de explicar molecularmente los efectos de la vacuna es necesario aclarar qué es lo que se cree que provoca el alzhéimer.
A nivel histopatológico, la EA se asocia a la formación masiva de dos tipos de agregados proteicos: los ovillos neurofibrilares que se localizan en el interior de la neurona y las placas seniles en el espacio extracelular. Los ovillos neurofibrilares son estructuras anómalas de la neurona, cuya presencia provoca serios trastornos en la actividad de ésta que la llevan a una pérdida de su capacidad de transmitir mensajes nerviosos, y finalmente al proceso neurodegenerativo. Se sabe que las neuronas que contienen ovillos neurofibrilares pierden su capacidad funcional, y muchas de ellas mueren como se evidencia por la presencia de residuos neuronales que contienen dichos ovillos en el cerebro de pacientes con la enfermedad de alzhéimer.Por otra parte, las placas seniles son estructuras esféricas localizadas en el espacio extracelular donde desplazan las terminaciones nerviosas. Se trata de conglomerados anulares de cuerpos y prolongaciones neuronales degeneradas en torno a un depósito central de un péptido de longitud variable (de 40 o 42 amino ácidos) llamado beta-amiloide (A).
Pero estos dos factores no son los únicos que se cree que intervienen. Hay varias hipótesis de porqué se produce la enfermedad, y por ello hay varias líneas de investigación. De hecho, la hipótesis colinérgica (relación entre el déficit colinérgico, como el del neurotransmisor acetilcolina, con la pérdida de las capacidades cognitivas del enfermo) es muy aceptada, tanto que actualmente los únicos tratamientos farmacológicos que se suministran son fármacos colinérgicos.
Sarasa, en lugar de investigar en ratones transgénicos que habían sido modificados y envejecidos genéticamente para simular la demencia (había que manipularlos ya que el ratón no la desarrolla), cosa que realizaban la mayoría de investigadores, empezó en cambio por embriones. Quiso saber cuál era el papel de las proteínas beta-amiloide (principales causantes de la enfermedad) al inicio de la vida, cómo se producían, en vez de analizarlas en la vejez. De manera que utilizó embriones, concretamente huevos de pollo, lo que fue realmente útil ya que descubrió que el gen clave para el desarrollo del alzhéimer también lo tiene el pollo, cosa que no ocurre en los ratones. A partir de ahí investigó hasta que en el año 2000 dio con la llave para crear la vacuna: describieron la presencia de la proteína beta-amiloide en sangre y vieron que era un marcador biológico de las etapas iniciales de la enfermedad. Es decir, descubrió que controlar los niveles de la proteína en la sangre podría evitar el exceso de producción de la misma y su depósito en la corteza cerebral.
A partir de este momento, con un análisis de sangre se puede determinar las probabilidades de tener alzhéimer de un individuoAntes de explicar molecularmente los efectos de la vacuna es necesario aclarar qué es lo que se cree que provoca el alzhéimer.
A nivel histopatológico, la EA se asocia a la formación masiva de dos tipos de agregados proteicos: los ovillos neurofibrilares que se localizan en el interior de la neurona y las placas seniles en el espacio extracelular. Los ovillos neurofibrilares son estructuras anómalas de la neurona, cuya presencia provoca serios trastornos en la actividad de ésta que la llevan a una pérdida de su capacidad de transmitir mensajes nerviosos, y finalmente al proceso neurodegenerativo. Se sabe que las neuronas que contienen ovillos neurofibrilares pierden su capacidad funcional, y muchas de ellas mueren como se evidencia por la presencia de residuos neuronales que contienen dichos ovillos en el cerebro de pacientes con la enfermedad de alzhéimer.Por otra parte, las placas seniles son estructuras esféricas localizadas en el espacio extracelular donde desplazan las terminaciones nerviosas. Se trata de conglomerados anulares de cuerpos y prolongaciones neuronales degeneradas en torno a un depósito central de un péptido de longitud variable (de 40 o 42 amino ácidos) llamado beta-amiloide (A).
Pero estos dos factores no son los únicos que se cree que intervienen. Hay varias hipótesis de porqué se produce la enfermedad, y por ello hay varias líneas de investigación. De hecho, la hipótesis colinérgica (relación entre el déficit colinérgico, como el del neurotransmisor acetilcolina, con la pérdida de las capacidades cognitivas del enfermo) es muy aceptada, tanto que actualmente los únicos tratamientos farmacológicos que se suministran son fármacos colinérgicos.
- ¿Cómo funciona?
Antes de nada, hay que señalar que
la vacuna no detiene la neurodegeneración. Es decir, no es una vacuna que se suministra
cuando la enfermedad se ha desarrollado por completo. Se trata de una vacuna
terapéutica activa, es decir que se administra cuando la enfermedad se
encuentra en sus primeros estadios de desarrollo, pero su efecto después es
nulo. Su objetivo es detener la principal lesión cerebral vinculada al
Alzheimer, la generación de placas producidas por el exceso de unas sustancias
llamadas beta amiloides que son las que interfieren en el funcionamiento del
cerebro, degenerándolo y provocando el estado fisiológico propio de esta
temible enfermedad. Esta vacuna impulsa una respuesta del propio sistema
inmunológico del individuo, que fabrica unos anticuerpos que son los encargados
de eliminar el beta amiloide 40 y 42
en exceso que se encuentra en el paciente. La eliminación de este beta amiloide sobrante y
patológico, impide la formación de las placas amiloides en el cerebro que
producen neurodegeneración y, por tanto, como mínimo, se conseguiría
eliminar una de las principales lesiones cerebrales asociadas a la enfermedad.
La detección de esta proteína
en sangre se realiza mediante un método con un nivel de sensibilidad
muy superior a cualquiera de los que hay
en el mercado. Dicha herramienta permite, de una forma muy sencilla y muy poco
invasiva hacia el paciente, determinar la cantidad de beta amiloide 40 y 42 a
partir de muestras sanguíneas con una sensibilidad y especificidad próxima al
100% y con un límite de detección menor de 1 pg /ml (picogramos por mililitro).
Actualmente se están realizando
ensayos clínicos en pacientes, pero no en pacientes con la enfermedad
completamente desarrollada, si no en sus primeras etapas. Es decir, estos
pacientes tienen un deterioro cognitivo leve, de manera que sufren déficit de
la memoria y otras áreas cognitivas pero se pueden valer por sí mismas. De esta
manera, han descubierto que en estos pacientes hay una alteración de las dos proteínas
ya mencionadas: la beta-amiloide 40 y 42 (número= cantidad de aminoácidos de la
proteína).
Posteriormente a estos hallazgos,
Sarasa quiso estudiar la enfermedad en otro modelo natural, esta vez un mamífero, de manera que escogió al
perro. Resulta que el perro, aparte de ser el mejor amigo del hombre, también
va a intervenir en la curación de enfermedades. Los perros sufren una demencia
idéntica al alzhéimer, con las mismas lesiones, las mismas proteínas, el mismo
mecanismo genético, etc. Al inocularles
la vacuna, ellos producen anticuerpos frente a los beta-amiloides 40 y 42
reduciéndose el nivel de esas proteínas
en su sangre y su cerebro. Han multiplicado miles de veces la dosis que
inocularán a humanos y no ha dado efectos secundarios. La combinación del
diagnóstico temprano con la vacuna preventiva abriría la puerta al fin del
alzhéimer, dolencia que se duplica por cada cinco años de edad a partir de los
65 y que cada vez afecta a más y más gente, siendo ahora una de las
enfermedades más comunes. Ahora es el
turno de los ensayos clínicos, ya que dependiendo de los resultados, la vacuna
se suministrará más pronto o más tarde.
Manuel Sarasa en su laboratorio
Esta entrada es muy interesante por la información que se da acerca de esta vacuna, ya que es algo que llega a ser muy útil y que solucione muchos casos. Todo muy completo.
ResponderEliminarUn saludo.
Tengo la seguridad de que la lucha contra la enfermedad de Alzheimer, una demencia que afecta a muchas personas mayores y perjudica la vida de enfermos y familiares, será una de las más arduas a las que nos enfrentaremos este siglo. Estoy convencido que primero se detectará precozmente, después se lanzarán tratamientos preventivos y después sencillamente se curará. Hasta entonces, el papel de los familiares y de los profesionales que trabajan en residencias de tercera edad, centros de día y ayuda a domicilio seguirá resultando esencial y algo a proteger.
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