Hoy presento un escrito de opinión que nos envía un biochamberilero al que ya conocéis, Mario Ibeas.
Viendo el blog, a Mario le llamó la atención, y le gustó especialmente el artículo de Miguel Bravo "la geología también existe". Pensó entonces que la incidencia de esta asignatura para los futuros arquitectos e ingenieros suele pasar desapercibida, y sin embargo, es una disciplina fundamental en el cálculo de estructuras, cimentaciones... y así dió forma a su reflexión...
Mario Ibeas |
Un post de Miguel Bravo nos recuerda que la geología también existe, y ciertamente debe tenerse en cuenta que durante la ESO, Biología y Geología comparten horario y programa curricular. No es menos cierto que la parte de Biología siempre solía ser más amplia y entretenida; por el contrario, Geología solía verse más como un conjunto de características y clasificaciones para memorizar, como la distinción entre las rocas ígneas, las sedimentarias y las metamórficas, y a saber enumerar algunos ejemplos de cada una.
Yendo más a allá, quizá en el futuro tengáis que aprender algo más
sobre ellas, bien sean datos de carácter químico, mecánico, o simplemente datos
comerciales, como distinguir un Mármol blanco Carrara, de un Mármol blanco
Macael, o de un Mármol Anasol… (Y no equivocarse en esto es importante, como
no, sobre todo si se tiene en cuenta la diferencia de precio entre ellos…)
Pero por encima de aprenderse todas esas clasificaciones, quisiera resaltar
otro aspecto mucho más importante que apenas se piensa cuando se tratan estos
temas en la ESO, pero que puede hacernos ver la asignatura de geología también
con otros ojos, como base de la geotecnia; y es que es el terreno el primer
material estructural, y el suelo es un elemento muy cambiante que puede jugar
un papel fundamental en cualquier estructura.
Cuando se calcula una estructura se hace para resistir unas acciones
determinadas, estas se mayoran por seguridad, de igual modo se minora la
resistencia de los materiales para prever posibles fallos de ejecución, de este
modo una estructura aproximadamente tiene una seguridad de 1,5 - 1,6 veces el
dimensionado estricto en su parte aérea.
Sin embargo, cuando llegamos al terreno, las cimentaciones tienen una
seguridad de aproximadamente 3, es decir, el triple de lo estrictamente
necesario por cálculo, y pese a ello es uno de los puntos estructurales más
críticos, causante de la mayor parte de los problemas que ocurren a posteriori.
Probablemente, llegados a este punto os preguntaréis a que se debe
esto, pues la respuesta es simple. Cuando un elemento estructural apoya en el
terreno lo hace en un elemento de mucha menor resistencia y muy heterogéneo, de
tal modo que una zona puede comportarse de un modo muy distinto a una contigua,
y por tanto dar lugar a “asientos diferenciales” (podéis imaginar una
plataforma de muelles con diferente K, en la que intentáis apoyar un elemento
rígido que debe permanecer perfectamente horizontal).
El terreno es tan variable que existen terrenos en los que
directamente no se puede cimentar (por ejemplo los rellenos, que asientan
incluso en ausencia de carga) y otros en los que el asiento tiende a ser prácticamente
nulo, como los terrenos de roca; de ahí los tipos de cimentación existentes y el
buen criterio del técnico para elegirlos. En muchas estructuras deben incluso
convivir diferentes tipos en varias partes de la misma.
La última pregunta que uno se hace entonces es, pero ¿de eso se
ocupará un geólogo, verdad? Y la respuesta es que, “parcialmente”. Si bien los
informes geotécnicos que indican las propiedades físicas y mecánicas del
terreno que elabora el geólogo son obligatorios, es el técnico encargado de la
obra quien debe determinar la profundidad necesaria y los puntos donde deben
hacerse, y el que a la vista de la excavación determinará si estos son
suficientes o deben realizarse otros ensayos adicionales. Es por tanto el
responsable (civil, penal y administrativamente) de todo lo que pudiera pasar
por una incorrecta determinación de las propiedades del terreno que redunden en
una inadecuada cimentación, porque será responsabilidad vuestra elegirla en
función del tipo de terreno con el que os encontréis.
Por lo tanto, a vosotros, futuros ingenieros, arquitectos… os animo a
que veáis la asignatura de geología con otros ojos, trascendiendo una primera visión superficial de la materia como series de nombres difíciles de aprender; porque también podrá ser en el futuro una
disciplina, junto con otras muy variadas, con la que tendréis que convivir.
(Aunque no vendría mal en mi opinión que se incorporase un poco de geotecnia en la asignatura,
para que todo esto se pudiera llegar a ver con un valor añadido más práctico desde el comienzo).
Para acabar, simplemente como curiosidad, una breve nota histórica
relacionada con los asientos del terreno, derivada del atentado contra Carrero
Blanco en Madrid. Al pasar por el fatídico punto, es muy habitual mirar hacia
arriba para imaginarse la trayectoria del vehículo, pero, mirando al suelo
puede verse una grieta que permanece a los asfaltados posteriores que ha
sufrido la calle. El explosivo estaba enterrado en un túnel excavado bajo la calle,
una zona de terreno que es por tanto de
rellenos y que se comporta de un modo diferente al del terreno contiguo
produciéndose el asiento diferencial y la consiguiente grieta en el asfalto.
Lógicamente hay ejemplos más claros, y mucho más relevantes, como los
asientos de determinadas aceras mal resueltas, hinchamiento de arcillas
expansivas, problemas derivados de la presencia de agua en el terreno;
responsabilidad de arquitectos o ingenieros que no han sabido evaluar las
características del terreno sobre el que estaban actuando; pero todo ello, si
os interesa el tema, tendréis tiempo de verlo en el futuro.
Mario Ibeas. “Chamberilero” Promoción 2007
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